Películas: A Silent Voice

Vuelvo al blog para reseñar una película de animación a la que hace tiempo que quería hincar el diente, pero que, por unas cosas y otras, no pude ver cuando se estrenó en cines. Se trata de A Silent Voice, adaptación del manga escrito y dibujado por la artista Yoshitoki Oima y publicado en España por la editorial Milky Way. Ahora que al fin ha salido en Blu-Ray y he podido hacerme con él para verlo con calma, os quiero hablar de las cosas que me han gustado y de las que no, porque, tal y como me ocurrió con el manga, he tenido mis más y mis menos con la adaptación.


Para los que no la conozcáis la obra, A Silent Voice trata sobre al acoso escolar, pero lo hace desde la perspectiva del acosador y del esfuerzo que hace este por conseguir el perdón de la víctima.

La historia empieza cuando Shoya Ishida, un joven de diecisiete años, planea suicidarse. Después de esta primera escena, la historia hace un salto en el tiempo y nos cuenta qué fue lo que le llevó a tomar esa decisión.

En el flashback descubrimos que cuando Ishida tenía doce años y estudiaba en el último curso de la escuela primara, una chica sorda, Shoko Nishimiya, fue transferida a su clase. Probablemente por el miedo a lo diferente que le producía la niña, Ishida la tomó con ella, y con él a la cabeza, parte de la clase empezó a hacer bulling a Nishimiya, convirtiendo su estancia en la escuela en un infierno.

Cuando el caso llegó a oídos del profesorado de manos de la madre de Nishimiya, la clase al completo señaló a Ishida como el culpable y empezó así la misma táctica de acoso hacia él, para hacerle pagar por lo ocurrido. De ese modo, el chico se encontró en la misma situación que había hecho vivir a su compañera: se vio aislado, acosado e incluso maltratado por los que habían sido sus amigos.

Sintiéndose responsable, Nishimiya trató de ayudar a Ishida, pero lo único que consiguió fue que el odio que él sentía por ella se acrecentara y después de una fuerte pelea entre los dos, ella acabara transferida a otro colegio.

La vida de Ishida ha ido de mal en peor desde entonces. En secundaria, sus antiguos compañeros contaron a todo el mundo que él había sido el responsable del bulling que había sufrido Nishimiya, por lo que Ishida acabó completamente solo. Ya en el bachiller, incapaz de relacionarse con nadie por la fobia social que vive desde entonces y por la culpa que lo carcome, el chico llega a la conclusión de que no merece la pena vivir después de lo que hizo.

Pero antes de tirarse de un puente y acabar con todo, Ishida decide ir en busca de Nishimiya una última vez. Ha aprendido lenguaje de signos para pedirle perdón y, además, quiere devolverle el cuaderno de comunicación que le estropeó en primaria. Sin embargo, el encuentro no sale como había planeado. Y aunque en un primer momento Nishimiya huye de él, después de una conversación los dos deciden darse una oportunidad para intentar ser amigos y arreglar lo que ocurrió en primaria.

Después de este primer encuentro, el objetivo de Ishida deja de ser el suicidio para convertirse en la idea de hacer la vida de su compañera un poco más feliz. Por eso intenta reunir a algunas de sus antiguas compañeras, para que también ellas puedan arreglar las cosas con Nishimiya. Durante ese proceso, el mismo Ishida empieza a descubrir lo que es la amistad, al tiempo que intenta encontrar la manera de perdonarse a sí mismo por lo que hizo y de ese modo poder seguir adelante con su vida.

Aunque la adaptación no es del todo fiel al manga y elimina algunas subtramas (es imposible reducir una historia recogida en siete tomos en una película de dos horas y media), pienso que la directora, Naoko Yamada, hace un buen trabajo y consigue captar la esencia del manga para convertirla en un producto que puede verse de forma independiente y que se sostiene por su propio peso. Hay algunas escenas resumen, como por ejemplo la que muestra cómo era la infancia de Ishida antes de la llegada de Nishimiya, que son auténtica poesía visual, tanto por el montaje, como por la capacidad de síntesis sin traicionar el estilo pausado del manga.

La animación conserva el estilo del manga, aunque afina el diseño de personajes y lo hace un poco más comercial. Además, utiliza recursos gráficos propios de la historia en papel como la visión que tiene Ishida de la gente que lo rodea, a la que es «incapaz de ver» por su fobia social, lo que se indica con unas cruces en la cara de los personajes.



Un aspecto negativo que le encuentro a la película es que peca de exceso de drama. Aunque es cierto que la historia tiene partes muy tristes, da la sensación de que la adaptación se recrea demasiado en ciertas escenas para buscar el punto melodramático y arrancar la lágrima fácil al espectador.

Como os podéis imaginar, se trata de una película bastante dura, aunque tengo que decir que lo que más me gusta de ella es el tratamiento que se hace del perdón y la culpa. El bulling es un tema muy serio, y hay que tener en consideración primordial a la víctima. Pero también pienso que es importante planteare qué es lo que lleva al abusador a hacer lo que hace, en especial cuando hablamos de niños, y también por qué la sociedad no se da cuenta de lo que ocurre ni le pone remedio.

La película (la historia) no esconde que Ishida es el que inicia el acoso hacia Nishimiya, pero también muestra que no está solo en sus acciones: sus compañeros lo alientan, ya sea de forma directa (como hace su compañera Ueno) o bien riéndole las gracias (como hace su compañera Kawai). También los profesores tienen su parte de responsabilidad en lo ocurrido, porque ante un caso como el acontecido lo único que hacen es buscar un responsable para sacarse las pulgas de encima, en vez de educar a los niños en la tolerancia.

Otro aspecto que me gusta de la historia es la inclusión de un personaje con una discapacidad como personaje principal de la historia. Aunque el protagonista es Ishida y la trama gira entorno a su visión de lo que ocurrió, Nishimiya también tiene un papel muy importante.  A lo largo de la película vemos cómo es la relación de Nishimiya con su familia, como se comunica con lenguaje de signos o usando una libreta y las dificultades que eso le conlleva en su vida.

Sin embargo, y a pesar de los puntos positivos que le encuentro a la película, también hay otros que no me gustan tanto. O, que directamente me resultan incómodos.

[¡Ojo spoilers!]

El problema principal que le veo a A Silent Voice es la relación romántica. Personalmente creo que la historia hubiese ganado muchos puntos si Nishimiya no estuviera enamorada de Ishida.

Tengamos en cuenta que, aunque Nishimiya siempre quiso ser amiga de Ishida y luchó mucho para ganarse su amistad en primaria, acabaron en una gran pelea y ella tuvo que ser transferida de colegio por ello.

Creo que es interesante ver como ella intenta construir una amistad que en el pasado le fue negada, pero es difícil comprender que esa amistad se convierta en amor (o que sea amor ya desde el principio, por las insinuaciones que se hacen) tan deprisa. Antes del accidente de Ishida, Nishimiya y él ni siquiera llegan a hablar en profundidad de sus sentimientos, él ni siquiera le ha pedido perdón de forma directa por lo que le hizo y por lo tanto se hace difícil pensar que la herida del pasado se haya cerrado como para construir una relación de pareja encima.

Otro elemento que me resulta muy incómodo es el personaje de Nao Ueno. En ningún momento se hace crítica de la actitud de Ueno y se espera que sea el espectador quién la juzgue, aunque en la película nadie lo hace. De hecho, se da a entender que ella es libre de odiar a Nishimiya, sin siquiera tener en cuenta sus sentimientos, y al final todo el grupo la acepta «porque ella es así», lo que me parece que es un mensaje muy peligroso, teniendo en cuenta toda la agresividad y mal hacer que tiene el personaje.

[Fin de los spoilers]

Como podéis ver, y a modo de conclusión, A Silent Voice es una película artísticamente muy bonita, que funciona muy bien como adaptación del manga y que, además, tiene puntos interesantes sobre los que reflexionar acerca del bulling y el papel que juega la sociedad en estos casos. Pero, al mismo tiempo, tiene partes negativas, que, aunque a mí personalmente no me han estropeado la obra en su conjunto, sí que deben tenerse en consideración.



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